Por. Eulogio Soto Mahe.- Valle de Santiago Gto. Hablar del mítico Chupacabras que es toda una leyenda ya, en diferentes países del mundo no es descabellado pues existen testimonios diversos sobre su presencia, en granjas de todo tipo, donde ha dejado su huella en los animales que sacrifica.
Se sabe que este misterioso animal no consume la carne de los animales que mata, solamente les succiona la sangre, haciéndoles unas incisiones en el cuello , que son las huellas dejadas de sus ataques y que, los granjeros aseguran sólo aparece por las noches.
Su nombre de Chupacabras es debido a que los animales favoritos de esta bestia son presisamente los animales caprinos pero hay experiencias diferentes ya que ataca todo tipo de animales domésticos incluyendo, aves de corral.
Fue en 1992, cuando en México se desató una oleada de noticias, en distintos estados que daban cuenta de numerosas muertes de animales que aparecían en los corrales y que, argumentaban sus propietarios que no desgarraban sus carnes, sino las huellas en el cuello.
El tema del Chupacabras ha dormido durante algunos períodos en el olvido pero, se dice que en ciertas ocasiones en que hay avistamientos extraterrestres, esta entidad aparece y causa daños a los animales domésticos, e inclusive se ha dicho que ha ultimado caballos y vacas.
No se sabe a ciencia cierta que hay detrás de todo esto, lo cierto es que, ningún granjero en su sano juicio, sacrificaría sus animales para ganar notoriedad, esto es un hecho pero, últimamente en esta localidad, de Valle de Santiago Guanajuato hay versiones nuevas, de este animal desconocido.
Acerca de la existencia de estos Chupacabras, los reportes nos fueron dados a conocer por unas personas que recorren las laderas del cerro de la Batea, cazando liebres por las tardes, según dijeron ya empezaba a pardear la noche, cuando de un matorral salto un animal grande como canguro y “al ver que le echamos la luz huyó”.
“Nosotros nos quedamos perplejos, pues este animal sali, dando unos enormes saltos perdiéndose entre los matorrales y fue cuando reaccionamos y nos dirigimos al sitio donde se encontraba, y había una especie de gelatina muy apestosa, como a amoniaco muy intenso.
Así que nos retiramos del lugar de inmediato y ya con el temor a lo desconocido, decidimos regresar pues en verdad, esto es inusual y aunque llevábamos rifles de diábolos no nos atrevimos a seguirlo.
Cuando platicamos esto en la cantina con unos amigos, resulta que dijeron que ya otros lo habían visto.