MOROLEON/URIANGATO.- De nada sirven los esfuerzos y buenos deseos de muchas personas que están dispuestas a ayudar para beneficio de los necesitados o que menos tienen, ya que lo que regalan a estos, los tiran o los venden.
Es el caso de lo que ocurre con los «pobres» que acuden a la estación de radio Alegría de Moroleón, y piden que através de la emisión del programa «Teléfono Directo» expresen sus solicitudes de ayuda, entre dinero, y especialmente ropa que supuestamente requieren para sus hijos o familiares.
El locutor en turno cae en la trampa, y difunde esta necesidad. Tras lo cual llegan personas caritativas y las entregan a los solicitantes.
Pero estos «pobres» muchas de las veces toman la ropa, no les gusta y la tiran en cualquier lote o terreno despoblado que encuentran.
Como así ocurrió con un montón de ropa encontrado por la calle Insurgentes Olivares de Uriangato, a donde fueron a tirarla sobre un canal, que porque no les gustó.
“Salí temprano, porque terminamos todo y nos dejaron ir a nuestras casas. Yo no quería llegar a mi casa y me fui a dar la vuelta, a hacer tiempo. Me fui entonces al punto donde a veces llegaba a compraba la droga. Mi plan era darme un aliviane e irme a la casa, así que fui por 100 varos de Cristal. Cuando llegué al punto, me formé y había adelante de mí cuatro vatos más. De pronto llegaron tres camionetas y se bajaron siete vatos. Tres se metieron a la casa y mataron al que nos vendía la droga y a su hija y a su esposa; los otro cuatro vatos que se quedaron afuera nos subieron a madrazos a las camionetas”.
“Yo pensé que nos iban a matar, pero nos preguntaron que en dónde más vendían droga y uno de los morros les iba diciendo; ese día mataron a una persona más y balearon a otras y luego nos llevaron con ellos”, recuerda Juan Pablo, mientras su ojo derecho le parpadea, lo mismo que el labio superior de ese mismo lado de la cara.
Y prosigue con su relato: “Nos pararon a la orilla de la carretera y nos dijeron que si nos gustaba la droga. Un chavo dijo que no y lo mataron. ‘Por mentiroso’, dijo uno y nos apuntó a los demás. Luego nos dijo: ‘se van a ir con nosotros y allá van a tener toda la droga que quieran. Eso querían, ¿no?’. Y luego nos vendaron los ojos y nos acostaron a todos en la caja de una de las camionetas, todos boja abajo”.