Por: Eulogio Soto Mahe.-
El ser humano trae dentro de sí, una serie de poderes o dones psíquicos del más alto nivel, pero la ignorancia o los prejuicios sociales o religiosos provocan que dichos talentos paranormales permanezcan ocultos, muchas veces durante el trascurso de nuestra vida, sale un chispazo de estos a través de
manifestaciones o premoniciones que nos dejan sorprendidos, pero que en seguida olvidamos.
Si realmente existe una vida en el más allá de la muerte física, un mundo distinto, forzosamente existirá algún medio de comunicación con él, pues existencia y contacto son dos conceptos que van de la mano.
Por consiguiente al concretar la prueba de esa vida post morten y la comunicación con quienes habitan ese mundo desconocido, ha sido una dura controversia con la ciencia.
Para esto se requiere recibir del difunto pruebas específicas, comprensiva y datos que guarden relación con un individuo determinado, que efectivamente ya no esté en este mundo y esos datos no deben de ser conocidos, consiente e inconscientemente por la persona que está al otro lado del canal comunicativo, que busca el contacto.
Aun así, a pesar de la rigidez de las pruebas se han logrado experiencias altamente demostrativas y comprobativas, del fenómeno sobre la vida en el más allá, pues existen coincidencias sobre estas experiencias en diferentes partes del mundo de personas que han dejado de existir, y también ellos en su nueva dimensión, están tratando de aprender controles y contactos con nuestro mundo físico.
Las pruebas acumuladas referentes a la vida en el más allá, son concluyentes y alcanzan una cifra considerable ya que desde los tiempos remotos, han existido testimonios de personas que vieron o escucharon a sus difuntos cuando sintieron la necesidad de establecer contacto con ellos, y esto fue la clave de la comunicación.
Posiblemente este sea un caso de esta índole, que sucedió en Valle de Santiago, en vísperas de fieles difuntos y en el cual el protagonista principal Don Rodolfo Hernández y su sobrino Martin, quien recién llegado de los Estados Unidos, le pidió que lo llevara al panteón de esta localidad, para conocer el lugar donde había sido sepultada su madre, fallecida meses atrás.
Fue así como al día siguiente antes de las ocho de la mañana ya se encontraban en el interior del panteón, pues este ya se encontraba abierto, para facilitar las labores de las personas que preparaban las tumbas para conmemorar su día en memoria de sus difuntos, pero, cabe aclarar que ellos eran los primeros en llegar y Rodolfo junto con Martin recorrían los pasillos, cuando descubrió a un niño como de seis años, que escoba en mano estaba en medio de unas tumbas.
Esto le llamo poderosamente la atención, no por que pensara que era algo sobrenatural si no porque, como era posible que un niño deambulara en ese lugar solo, y daba muestras de que estaba confundido, por lo que tomado su cámara imprimió unas graficas del menor, que solo lo miraba fijamente, con mucha atención.
Continuaron su camino según dijeron, hasta llegar a la tumba de su madre, donde realizo una oración en su memoria, para retornar por el mismo camino por donde habían entrado, para esto Martin dijo a su tío Rodolfo que algo le inquietaba, y era el niño que había visto entre las tumbas, por lo que se dirigieron hacia allá.
La curiosidad aumento al descubrir que el niño había desaparecido, por lo que se dirigieron ante el velador, quien se mostró aún más sorprendido, ya que dijo que, a esa hora nadie aparte de ellos había entrado al panteón, mucho menos un niño de esa edad, no es posible indico, aquí se había escuchado de ruidos y lamentos por las noches pero de día es inaudito, aseguro.
Visitamos el panteón precisamente entre las tumbas donde vieron al menor con una escoba, y con aparatos de detección de energías y temperatura se registró intensa actividad en la zona, esto ocurrió durante la
noche de fieles difuntos, cambios de temperatura de los 31 a los doce grados en puntos cercanos, a donde apareció el llamado niño del panteón, entre otras manifestaciones.