Por Bernardo Cisneros.- Tal cual el pequeño Rufflitos, me dijo «apá ahí te ves, allá te espero donde está Dios», ya que a las 23:30 horas del viernes 23 de julio de 2021, mi fiel amiguito, mi fiel escudero de cuatro patitas murió en mis brazos, su cuerpecito enfermo no resistió más.
Mis presentimientos no fallaron, mi corazón por la tarde del citado día me decía que algo malo con Rufflitos, pasaba, mi desesperación por llegar a casa lo más pronto posible, se me hicieron eternos
.Largos minutos atorado en el tráfico lento de vehículos que circulaban por el bulevar Santa Fé, impidieron el avance rápido de mi automóvil, en cuanto llegué frente a la reja de la casa me introduje lo más pronto posible, encontrándome al Rufflitos, sumamente grave, como pude lo reanimé, lo levanté prácticamente lo bañé, lo sequé, lo acomodé en su pequeña alfombra, le di su medicamento, su poco alimento y suero oral.
Pero todo mi esfuerzo, resultó vano, en virtud de que el pequeño peludo no reaccionó, continuó su agonía, esa agonía que aceleraron los latidos de su corazoncito, esa agonía que marcaba el final.Agonía que terminó para Rufflitos, media hora antes de la medianoche, que daba paso al sábado 24 de julio, al tiempo que aproveché para pedirle a mi fiel amigo, perdón porque quizás yo no fui su mejor amigo, perdón por la veces que quizás fui duro con él, perdón porque lo dejé varias horas solito como barco a la deriva en altamar.
A mi manera, recé o intenté rezar un rosario, le acerqué una imagen de la Virgen de Guadalupe en su hociquito, en u acto desesperado, porque la Virgen Morena, la Virgen del Tepeyac, la patrona de los mexicanos, hiciera el milagro de salvarle la vida. pero el anhelado milagro nunca llegó.
Ironías de la vida, hoy como periodista me tocó a mi ser portador de una mala noticia para ustedes, que ocurrió en mi seno familiar, que inundó de dolor.Rufflitos, partió al cielo, me dejó cuando vivo días aciagos, días en los cuales, tengo que tomar varias decisiones, me dejó con un cúmulo de alegrías.
Me dejó con un cúmulo de lecciones acerca de aprender día con día el lenguaje canino, que en sus últimos minutos de aliento me externó al decirme que lo tomara en mis brazos, que lo colocara sobre mis muslos, para despedirse de mi.
Y es que por su estado delicado de salud, por prescripción médica Rufflitos, con todo el dolor de mi corazón, con todo el dolor de mi alma, tuve que dejarlo en casa varias horas del fatídico viernes 23 de julio.Más que recriminarle a mi pequeño fiel amigo y fiel escudero, porque se adelantó en el camino sin retorno, tengo un enorme, enorme, enorme y eterno, eterno, eterno agradecimiento a él y a Dios, por los once años y cuatro meses que estuvo a mi lado alegrándome los días, las tardes y las noches.
Tiempo que en un abrir y cerrar de ojos pasó volando. Porque así es la vida, los momentos de alegría son como una carrera de cien metros planos en los cuales el cronómetro se detiene en los 9.9 segundos, instantes de alegría que los llevaré hasta el último día de mi vida, instantes de alegrías que se irán conmigo hasta la tumba.
Como aquellos recuerdos cuando Rufflitos, mi acompañó fielmente y sin reclamos en la segunda parte de mis estudios de Licenciatura en Derecho, que cursé en la Universidad de Tijuana CUT, Campus Altamira, siempre a la espera por largas horas fuera de mañana, tarde o noche, en el asiento trasero de una camioneta panel, Rufflitos, disfrutó conmigo cuando obtuve el campeonato del Primer Concurso de Debates Interuniversitarios en el otoño de 2015, junto con mis compañeros de equipo Juan Carlos Fernández Pavón y Giovanni Macías.
Previo a mis estudios universitarios Rufflitos, en infinidad de ocasiones fue mi compañero de viaje a Playas de Rosarito, en donde por tres años fui conductor del programa de televisión Otro Puntos de Visita, que se transmitió en canal 54 CNR, inter en el cual también Rufflitos, gozó cuando firmé mi certificado de prepa abierta en el citado municipio.
Por supuesto que como un merecido homenaje, el nombre de Rufflitos, aparece en mi Memoria Monográfica, la cual redacté una vez que concluí mis estudios de Licenciatura en Derecho, mismo homenaje y agradecimiento que en dicho documento le hice a mi esposa Graciela Robles Briceño, por su inquebrantable apoyo moral.
Tampoco olvidaré las múltiples ocasiones en que Rufflitos, detrás de volante fue mi cómplice en viajes constantes a Palacio Municipal de Tijuana, a las reuniones de seguimiento al proceso de entrega recepción del fraccionamiento donde vivo, para gestionar servicios en beneficio de mi comunidad, Rufflitos, fue mi secretario particular en mis labores que desde hace tres años desempeño como presidente del Comité de Vecinos del Fraccionamiento Real del Monte, Delegación de San Antonio de Los Buenos.
Rufflitos, ya no está conmigo en casa, partió a la casa de Dios Padre, desde donde me cuidará y velará por mí a la espera del reencuentro, voló feliz con su sonrisa, feliz bajo la premisa del deber cumplido. En tanto hoy me quedo como el padre de familia cuando el hijo se va, agradeciendo a Dios, por la gran oportunidad que me brindó de contar con hijito que en once años y cuatro meses permaneció a mi lado.
A Dios, le agradezco eternamente el permitir que Rufflitos, tuviera una muerte justa, un vuelo al otro plano en casa y no bajo las ruedas de un vehículo de motor, no por la mordedura de otros caninos, no abandonado en una clínica veterinaria.
No Dios, tomó la decisión de llevarse a su lado a Rufflitos, cobijado en el hogar en el cual junto con mi esposa Graciela Robles Briceño, lo recibimos el 10 de mayo de 2010.Con la irreparable pérdida del pequeño Rufflitos, quedé absorto entre mis cargos de conciencia, por no cuidarlo como tendría que ser en las últimas semanas en virtud de que a raíz de sus graves problemas de movimiento, era imposible para mí dejarlo solito en casa. Problemas de salud que poco a poco, minaron la integridad física del pequeño peludo que estuvo a mi lado al pie del cañón, casi doce años, sobre todo a partir de abril de éste año.
No soy quien para autojuzgarme si fui o si no fui un buen padre para Rufflitos, ese juicio lo dejo en manos de Dios, en manos de mi esposa Graciela Robles Briseño, en manos de ustedes que tuvieron la oportunidad de conocer a Rufflitos personalmente o a través de esta red social. Más que reclamos a Dios, más que reclamos a los médicos veterinarios que a lo largo de once años y cuatro meses lucharon por prolongar la existencia de Rufflitos, más que reclamos a mi esposa Graciela Robles, les digo con el corazón en la mano que les estoy sumamente agradecido.
A mi esposa le doy las gracias a nombre de Rufflitos y de un servidor, le agradezco la oportunidad que abrirle las puertas de casa a Rufflitos, por apoyarme en mi decisión de cuidar, de alimentar, y de vestir a Rufflitos, así como de auxiliarme con los gastos económicos cuando más los necesité con el fin de tener entre nosotros más tiempo, más años al buen Rufflitos.
Hoy sólo puedo decir que «cuando un amigo se va es una estrella que se apaga».