SALVATIERRA, Gto.- (OEM).- Eran alrededor de 100 personas las que estaban en la fiesta que fue organizada en la Ex Hacienda San José del Carmen, en Salvatierra. La mayoría eran jóvenes y sus edades
oscilaban entre los 17 y 29 años. Todos se conocían y por eso se les hizo extraño que hubiera seis personas en una mesa a las que nadie se les acercaba, a las que nadie les hacía plática y eso de pronto les empezó a incomodar a los asistentes, informa El Sol del Bajío.
De acuerdo con fuentes estatales allegadas a la investigación de la masacre en Salvatierra que dejó 12
personas sin vida, el origen de este violento hecho se habría derivado cuando los organizadores de la fiesta notaron que los “extraños invitados”, según los identificaron así, comenzaron a molestar a los asistentes. Por ejemplo, uno de ellos sacó a bailar a una joven, a lo cual ésta se negó, por lo cual comenzó a insultarla.
Por ello, los organizadores de la fiesta se les acercaron y les preguntaron que quién los había invitado, pero ignoraron la pregunta. Posteriormente, les pidieron que se retiraran, hubo un conato de bronca, por lo que los seis “extraños invitados” se fueron en un vehículo.
Tras ese altercado, todo transcurría de manera normal en la fiesta. Alrededor de las nueve de la noche fueron tocadas las mañanitas por parte del sonido que ambientó la fiesta y después siguió el grupo musical en vivo. Baile, bebidas, risas. Era una fiesta hasta entonces. Nadie recordaba ese incidente con los “extraños invitados”.
Fue minutos después de las tres de la mañana, cuando dos de los sujetos que habían sido corridos de la fiesta regresaron, pero ahora acompañados de más personas y a bordo de dos camionetas. De nueva cuenta ingresaron al lugar y los organizadores se acercaron a ellos, para nuevamente pedirles
que se retiraran; sin embargo, de pronto salieron, según los testimonios, entre cuatro y cinco hombres con armas largas y chalecos tácticos verdes, quienes recibieron la orden directa de uno de los dos sujetos que protagonizaban el pleito: “mátenlos a todos” y acto seguido comenzaron los disparos a diestra y siniestra.
Traían cuernos de chivo
Un testigo contó a Organización Editorial Mexicana que el día de la masacre, él se encontraba cuidando parte de la hacienda. Relató que sabía que los jóvenes se quedarían a pasar la noche ahí, pues ese lugar, aparte de ser un salón de fiestas, también es un hotel, pues cuenta con 30 habitaciones, así como espacio para acampar. Quedarse ahí después de la posada era el plan de varios.
Cuando todo sucedió, recordó, sólo vio ingresar a un sujeto con chaleco verde y un arma larga y de ahí comenzaron los disparos, por lo que él solo se resguardo para salvar su vida.
«Yo sólo vi entrar a uno con un cuerno de chivo y traía un chaleco verde, luego vi que cortó cartucho y sólo me escondí, oí los balazos y los gritos, mi piel se enchinó, pero ya no podía yo hacer nada»
señaloó el testigo de la hacienda, un lugar que tiene poco más de 300 años de historia, pero jamás había sido escenario de un acontecimiento tan sanguinario como el de la madrugada del domingo.
Todos los que acudieron a la posada en la Ex Hacienda se conocían desde que cursaban la primaria y la secundaria, explicó el señor Antonio Sánchez, padre de Antonio, quien perdió la vida en el ataque del domingo.
En entrevista con Organización Editorial Mexicana, hizo un llamado para que las autoridades hagan conciencia y “se pongan en los zapatos de uno. Yo creo que la sangre duele. La sangre de un hijo es una pérdida irreparable. En esta familia jamás va a ser igual”, expresó.
Antonio fue una de las víctimas cuyo cuerpo fue velado el lunes y será este martes por la tarde cuando sea llevado a misa de cuerpo presente y posteriormente a ser sepultado.
El señor Antonio Sánchez mencionó que su hijo Antonio era una persona íntegra, dedicada y muy apegado a él, además de ser el único hijo varón y el menor de tres; añadió que tenía 26 años, era contador público y pertenecía al colegio de Contadores de la ciudad de León, además de que ambos trabajaban en un despacho, ejerciendo su profesión.