Por Fidel Ramírez Guerra.- Todo poder desgasta. Todos los presidentes del mundo son votados mayoritariamente y luego inicia un proceso natural de desgaste: un ánimo son las campañas, las promesas y otro el ejercicio del poder.
Algunos mandatarios se desgastan más rápido que otros, dependiendo de sus tareas, medidas o discurso.
Una de las críticas a López Obrador es su personalísimo discurso: si bien se trata de un estilo personal, su reiterado discurso es contra la derecha, los conservadores, el neoliberalismo, contra la prensa, contra los fifís.
Es un discurso faccioso. Que encanta a una facción: a los suyos.
AMLO es presidente de todos los mexicanos. Incluso de los que votaron en contra.
Andrés Manuel no tiene un discurso incluyente. Su formación política ideológica lo mantiene en una lucha al interior de México pese a que es el presidente.
Se trata de un estilo distinto al de los presidentes en la historia reciente. El punto es hasta cuándo este discurso filial y contestario le alcanza en un primer año con nulo crecimiento económico y con bajas expectativas.
Un dato más: de acuerdo a las últimas encuestas de Roy Campos hay una baja en la aceptación ciudadana: a López Obrador le afectó la liberación de Ovidio Guzmán.