YURIRIA.- Miguel Angel Contreras Salazar, 61, conocido amistosamente como «El Jiga», del barro de Santa María, es un ejemplo de que sí se puede cuando alguien se propone a lograr lo que parecía imposible.
Vende colinabos en el jardín Alameda, donde se paran los autobuses. Y recuerda cuando el tenía peso de 150 kilogramos o más. Hoy se muestra con unos 90-100.
«Antes me comía un pollo, 15 donas y un refresco de litro y medio, todos los días». Esa era su dieta y por lo mismo fue creciendo su peso, más y más.
«Hasta que le dije ya basta», dice su mujer, y con su apoyo, Roberto bajó de peso, come escasas tortillas, buena comida que le llevan a su puesto, y «me siento más a gusto», dice, mientras que continúa ofreciendo los colinabos con su chilito y limón. Un personaje del pueblo.
Saludos. Vivo en el campo. Personalmente bajar la velocidad y calmar al perro (o los perros) siempre ha sido mi mejor opción, solo una vez respondí de forma agresiva: detenerme e ignorarlos no funciono, hablarles cariñosamente tampoco funciono, cuando atacaron les grite y no funciono como soy grande los agarre a bicicletazos (mountanbike), se fueron corriendo y me siguieron muy de lejos por un rato hasta que se fueron para otro lado. Era una jauría de unos 9 perros y grandes (GRANDES), eso fue hace 3 años, la única vez en mi vida que me ha pasado de esa forma, me lo tome como un hecho inusual. Esto entre Buin y Paine, en un camino de tierra donde no me ubico. Sigo bajando la velocidad y siendo amable con los perros, en el descampo ganarte un grupo de amigos de 4 patas te puede salvar de los NO amigos de 2 piernas. PD: Disculpen mi mala ortografía y redacción.