¿De qué sirvieron tantos años de convivencia, siempre muy contentos, muy atentos entre los dos?….¡De qué sirvieron, carao!… Esas son las palabras con sentimiento hondo de decepción, angustia y frustación… ¿Qué va a pasar ahora?… María Lourdes N., está sufriendo, a pesar de haber
mandando mucho a singar su mare a su esposo… Esto, cuando se dio cuenta que el recabrón andaba con una vieja fea y hulera… Su Juan la decepcionó…. Ella me platica lo que pasó: «Nos casamos hace 30 años, en 1994… Todo fue felicidad… De novios nos llevábamos muy bien, si teníamos problemas,
pronto los solucionábamos, y es que ambos no queríamos pleitos y estar en la casa… Juan Martín era albañil de segunda cuchara… bueno, es albañil, porque ahí anda… Nunca tuvimos pleitos grandes,
como se ven tantos, en otros matrimonios… Cuando teníamos un año de novios, el me ofreció que nos juntáramos y luego ante el civil y ante la iglesia católica…. Me llevó a la casa de sus padres, y me dijo que ahí vivíriamos bien…. Y sí, así fue, sus papás, fueron siempre buenas personas conmigo, con
algunas diferencias a veces, pero siempre superando aquellos detalles que luego aparecían sin querer… Nunca pasamos a mayores pleitos porque teníamos la cualidad de siempre perdonarnos uno al otro… Tuvimos dos hijos, Juan y Antonio… Fueron creciendo en un ambiente cordial, sin pleitos…
Martín tomaba caguamas, como así lo exige y lo impone esta profesión de albañil… Pero siempre se medía, nunca llegaba ahogado a la casa, y siempre que llegaba ya le tenía preparada una comida o cena con hartas tortillas y ricos platilos, de los que me enseñó mi amá en aquellos años de mi niñez…
Por lo tanto, con esto y otros detalles significativos, haz de cuenta que éramos la pareja perfecta… Claro, no al 100, pero sí con mucha dignidad… Yo pocas veces pasé corajes con él, sobre todo a la hora de la crianza de nuestros chiquillos, o cuando le escaseaba el trabajo… Además, mis suegros
eran atentos y no peleábamos para nada… Se decía que cuando ellos fallecieren, la casa se iba a quedar para Martín, y de hecho, con eso, para los dos… Sin embargo, no esperaba lo que pasó… Hace un año, mi esposo empezó a fallar al trabajo…. Decía que no había obra, que no lo habían contratado, ni directamente ni al unirse con otro maistro de cuchara completa… Así que un día, no iba a la
chamba, o según, no había… Luego dos días a la semana, después cuatro días… Total que en las últimas semanas ya no iba a trabajar, diciendo que el dolía la espalda, que las piernas, que el estómago… Cuando empezó a hacerse faltista, fue cuando mi hija mayor se esforzó y encontró buen trabajo… Así que Marielena aportaba dinero, y pues sin duda que mi marido se aprovechaba para no
trabajar… Pero incluso, yo no veía nada malo en esa actitud de hacerse pato y ahora webón… Pasó también algo: resulta que mi hija le compró para él, un celular, de la marca Oppo Reno 8 Dual SIM… No era nuevo, pero sí con buen descuento… Martín nunca había tenido un celular de esos, que tienen interné… Antes traía un cacahuatito, para hacer y recibir llamadas… Y poco a poco mi hija le fue
enseñando lo del Feis, y los mensajes de guasaaaaa!…. Total que pronto aprendió a esos su 55 años, o sea el año pasado… Yo empecé a notar con el paso de las semanas, que Martín empezaba a quedar ratos, luego horas viendo el celular… ¿Qué estás viendo?… Pos aquí puros chismes de lo que pasa, y
mamadas que se dicen los muchachos, nomás en eso se la pasan… «Bueno, pues ahora tú también, ya deja eso y ponte a chambiar»… «Orita»… orita, orita, y no se iba… Miraba el celular en la mesa de comer, luego en un sillón viejo que tenemos ahí…. Pero ya después, cuando yo salía al mandado, él se metía al cuarto y se acostaba para estar viendo, y escribiendo cosas… Bueno, nos llevábamos bien,
entonces… yo lo dejaba… Pero eso se hizo a diario… Yo le comenté a mi hija que qué tanto miraba su papá en el cel… Ella me dijo que así pasaba, que eso era normal, que «uno se empica a nomás estar viendo»… Sin embargo, a mí parecía que había algo más… Así que, en una noche, sigilosamente me esperá a que se durmiera… Y le dije a mi hija, «a ver, agarra el cel y checa que tanto hace y ve»… La hija lo abrió, ya que nunca le enseñaron a poner una contraseña protectora, así que se encendió el
whasssap, ¡y qué sorpresa: pura plática con una tal María Zucet, en donde decían que se amaban, el uno al otro, y lo peor: fotos de la vieja, en estado encuerada de pie, y en otras, agachada… Valiendo madre!… Se hizo el gran, pedo, le reclamé, le dije que era un puerco… Que ya me voy a la chingada,
quédate con tu familia… Lo abandoné…. Y ahora digo: «de qué sirvieron 30 años de bonito matrimonio, ay, Dios Mío… No sabía que este culero era bien perro, y quien sabe cómo le haría antes… Hoy pienso que «singue su mare», pero al mismo tiempo tengo una fea sensación de soledad… Me cai