Esto del teléfono celular es una gran osadía para el que lo trae, y que al través del mismo trate de hacer aventuras y jugadas con las víctimas o con la queridilla… ¿Queridilla o querida?, mi buen… Bueno, querida es la que ya tienes de planta fuera del matrimonio… Y queridilla es aquella que
apenas empieza a tener relación contigo, pero que no la tienes de planta, nada más es para echarse un palomo cada vez que se puede, pero sin un compromiso formal… Y ahora todos los hombres cometemos el error hacer citas, encuentros además de pláticas con cualquiera de las dos que tengas… Siempre confiando en que tu esposa no se va a dar cuenta…. Porque lo
natural es andarse escondiendo para que no se dé cuenta ella… Pero hay un problema con eso de esconderse, porque muy pronto la esposa se da cuenta de que hablas en el baño, hablas cuando estás solo, hablas en lo que ella está lavando la ropa, hablas cuando está en la cocina y tú en el patio…. Pero un día te nota lo nerviosón o lo muy alegre que estás en las llamadas, y se te
viene el peligro… Así que mejor haces como que estás platicando con un amigo, y con eso evades la vigilancia… Las mujeres son más atrevidas para estar conectándose con ese amigo, con ese queridillo, con ese amante bandido, les vale madre lo que diga el esposo cuando le reclaman… ¡Qué te importa, perro, ni que fuera como tú!… con esa frase jamás te vuelves a
meter en sus cosas personales…y listo… El caso es que Juan Martín llevaba una relación con una amiga de la colonia del PST…. Esa sí era su querida, pues ya tenían como un año de estarse viendo, y se llevaban muy bien… Este señor decía todos los días a su mujer que iba a ver si encontraba
trabajo… Y ya llevada todos esos meses diciendo que no había podido encontrar, que le ofrecen pero que luego salen con que no, que hay que esperar, en fin…. Por lo tanto no trabajaba en realidad, y la esposa es la que le compraba todo… Bueno, me refieron a comida, pero también zapatos,
camisas, pantalones, y algún gusto extra, como es una nieve de limón o que le hiciera una carne de puerco en chile negro, que era su rica especialidad… Ah, y aparte la esposa le daba dinero para que no se sintiera que andaba de pobre caminando por las calles… Bien, pues todo era felicidad entre ambos… Sin embargo, el pinche celular tendría que ser el agente de la
tragedia que se avecinaba… Y no fue porque la esposa llamó a ese extraño número anotado con el nombre de «Javier», nombre ficticio de Macrina, la amante… No… Esto fue otra cosa… Pero como siempre los hombres somos pendejos para esconder el celular, siempre se nos olvida en alguna parte de la casa… La esposa estaba en la cama cuando de pronto sonó el celular que
el marido olvidó… Tomó y escuchó: «Buenos días, mire si no está su marido nada más es para decirle que ya está el pastel que me encargó»… ¿¿¿Qué queé???… «Sí, bueno, pues usted es su esposa?»… Sí, yo soy, pero no sabía… «Bueno, pues su marido ya me había hecho el pedido, y nada más es para informarle que ya puede pasar por él. Incluso me dijo que lo va a llevar a su domicilo calle Josefa Ortíz número 30″… Ah, qué jijo de la chingada… Más tarde llega el señor muy orondo, «Hola mi amor»… Oye, ¿recabrón por qué mandaste pedir un pastel? ¿y quién hijos de la chingada vive en calle Josefa
Ortíz número 30 atrás de la escuela?…. Esteee, no pos es que un amigo me lo encargó, y pos le hice el favor para que se lo hicieran, ya que él no sabía quién hace pasteles… ¿Ah, sí? Hijodetupu… a ver, vamos por el dichoso pastel…. Juan Martín sentía que se le subían colores en la cara, sin saber si vivir o morir y largarse… Tuvo qué irse con ella para seguir fingiendo demencia… Llegan ante la pastelera, lo recogen y se van a la citada calle de la Josefa… La esposa toca la puerta, y sale una muchacha de 24 años muy
cara simpática… ¿Quién pidió el pastel?, expuso la esposa… La querida agarró la onda, y sacó de apuros a su consorte clandestino: «No, pues aquí no, nadie ha pedido un pastel»… El marido también se sacó un as de la manga: «Entonces ya no vive aquí Joaquín «El Malacara»?…. No, no aquí no vive… Y pos… se deshizo el asunto… La esposa se quedó con toda la
sospecha… Juan Martín sudó en frío, pero pudo salvarse del gran pedote que se le venía, ahora podía disimular mejor… «Pos si ya no vive ahí mi amigo, vamos a comernoslo nosotros, mi amor»… Más a webo que de ganas ella aceptó, pero al final no comió ni un pedazo, ahí entre la familia se lo echaron… Todo volvió a la normalidad… La mujer tenía un recelo por lo
ocurrido, pero pronto se le fue quitando el coraje y la sospecha, debido a que Juan Martín se mostró muy amoroso y diario se echaban un palenque, lo cual le gusto mucho a ella… Sin embargo, quién iba a pensarlo… A los dos meses, el wey de Juan Martín dejó otra vez el celular en la recámara… Pero esta vez no sonó una llamada, sino un pitidín que indica que llegó un mensaje… La señora lo abrió y leyó: «Gracias mi Juanito, me llegó el pastel y las dos gelatinas, estaban riquísimas. Gracias, te quiero mucho, y nos vemos mañana»…. jijodetodasup… dre…!!!! Ese día la esposa corrió al perro de Juan Martín! ¡A la versh!