En los movimientos sociales o armados, invariablemente surgen personas que amparados bajo la bandera de la lucha justificada, enarbolan la propia, y dan rienda suelta a sus ambiciones.
Han sido varios líderes, que por la “necesidad” de tener en sus filas contingentes, consideran positivo dar un espacio a personajes contrarios a sus ideales.
Lamentablemente, estas rémoras, solo aspiran a la gloria personal y saciar sus apetitos de dinero.
Este fue el caso de José Inés Chávez García, un hombre con alma de bandolero.
Inés nació el 21 de abril de 1889 en el rancho El Godino, en Puruándiro, Michoacán.
Por saber leer y escribir participaba en actos de la iglesia y al igual que su familia se dedicó a las labores del campo, montaba a caballo y era muy dispuesto a las faenas
Su carrera en las armas inició en la policía rural porfirista, pero desertó en 1911 para enlistarse como revolucionario.
En plena efervescencia revolucionaria 1913, se sumo a la lucha con Gertrudis Sánchez y Anastasio Pantoja en Michoacán.
Llegó el año 1914 y en agosto de 1914, al ser anulado el gobierno huertista en Michoacán, Inés obtuvo el grado de Capitán Primero, y permaneció fiel a Pantoja.
Cuando Pantoja fue fusilado, en 1915, Inés regresó a Puruándiro, y ahí organizó su tropa de bandoleros.
En la actividad como “revolucionario” fueron conocidos sus atropellos y su nombre cobró fuerza después de 1915 por sus saqueos a distintas poblaciones de Michoacán, Guanajuato y y Jalisco.
Su ejército llegó a alcanzar los tres mil hombres. El con sus bandidos dominaba ya amplias regiones de Michoacán.
En 1918, saqueó e incendió el pueblo de Cotija, el de La Magdalena de Valle de Santiago y en Uriangato fue rechazado, de ahí se fue al rumbo de Michoacán.
Al final enfermó de influenza española y mantuvo una desesperada agonía.