Se dice que los hombres son menos celosos sobre sus respectivas parejas… Lo más común es que los hombres que saben que sus mujeres andan en actividades sospechosas, mediante las cuales se llegan a conclusiones de que posiblemente se vean con algún hombre a escondidas, lo que hacen es reclamarles: «Ya me dijeron que te vieron con Juan allá por el vecino pueblo, en actitudes sospechosas», le diría un hombre a
su mujer…. Pero la respuesta siempe contundente de ella, hace que el hombre se queda callado: «Qué te importa, ¡qué no sabes que fui a ver mi comadre a Uriangato, pendejo!… Siempre te dejas creer de chismes, estúpido!»… Ante tan tremendas regañadas, el hombre nomás se queda con la boca callada, y tragándose
sus intenciones de reclamarle y exigirle justicia divina… Hasta ahí… Por eso son contados los casos en que los hombres ganen en una disputa de celos a su respectiva esposa… Sin embargo, es todo lo contrario, cuando el hombre anda tras una mujer, fuera del matrimonio…. Las esposas acosan, siguen, dan
seguimiento, checan celular, se acercan al hombre cuando está hablando por teléfono para certificar si está con una mujer o un hombre… Revisa sus ropas, mete mano a los bolsillos, checa su cuello, le mira fijamente
a los ojos buscando encontrar una mirada esquiva, la cual es signo claro de que a lo mejor algo trae, alguna mujer por ahí… y que se anda haciendo pendejo… Muchas de las veces consideran que si su marido anda de «mosquita muerta» en la mirada, es que está ocultando algo, sin duda, así que más vale echarle un ataque
verbal para que, si aguanta, es que no anda con nadie… Y si no soporta el ataque, es que hay algo, es que pueda ser que ande con alguna «víctima», o sea una mujer que se deja amar setsualmente… Hay diferentes formas de reaccionar, pero en eso de que «hasta advinan las mujeres con la pura mirada», no hay nada de raro, ya que su misión es primero perdonar, «Porque ya sabemos que todos los hombres son así», pero si se
pasan de cierta raya, entonces entra el ataque…. Este ataque, que se haga o no, depende también de la tolerancia de la esposa de que se trate…. «Unas aguantan más que otras, unas la hacen de tos, y otras se hacen disimuladas, como que no vieron ni sospechan nada»… Todo este pinche rollo te lo digo para llegar al
caso de Juan Enrique T., el cual tiene su trabajo en el centro de la ciudad, en un despacho equis… Tiene bien su negocio y no le va tan mal en los ingresos… Su casa se encuentra a unas 7 cuadras de la oficina… ahí se encuentra diariamente su esposa, mujer firme y dura, pero muy atenta con su esposo, al cual ya le tiene lista
su sopa y caldo de res, tortillas y unos mangos para que coma al llegar… A la hora que pueda, o que quiera… Siempre contentos y felices, algunos problemillas, pero en el mayor de los casos, a gusto… De su marido no investiga nada, ni le checa la ropa ni la mirada, ni se ocupa de estar pensando en pinches celos tontos… Y
defiende a su marido al máximo… Cierta vez, estando el señor en su despacho allá y en ella en la casa sola, tocaron la puerta… Al abrirla, la señora vio a una mujer bien vestida y con cierto aire de sospecha… ¿Sí, qué se le ofrece?, le preguntó…. La desconocida de inmediato le espetó: «Mire, señora, nomás vengo a decirle
que su marido anda con una mujer que vive cerca de su despacho, diario se ven, y se van en el carro, hacia vecina ciudad, seguramente que anda con ella, y pues yo lo digo porque usted es una persona respetable»… La esposa contestó con aire violento: «¿Y usted que viene a decirme esas chingaderas?, a mí me vale madre lo que haga mi esposo… Si él anda o no anda, es su problema de él, además de que a usted que le importa
mi marido»… Contestaba la visitante: «Es que yo ando con él, para que lo sepa»… Y no fue la única que le dijo claramente eso, hubo otras… «Mire señora, su marido anda así y asa, y yo ando con él, para que usted lo
sepa y vea qué marido tiene»… Sin embargo, esta esposa quiere mucho a su marido, por lo cual lo defiende, expresando: «Mira, yo no te serví de almohada ni te lo conseguí. Si tú y él se conocieron, y si ustedes de alguna manera por su cuenta andan por ahí, es cosa de ustedes, y ustedes mismos arréglenlo. Porque yo no
les arreglo nada, ni me interesa saber lo que me vengas a decir, que mi marido anda con esto y que lo otro. Yo aquí soy la ama de la casa, de la banqueta para adentro y de la banqueta para afuera te vas y ching…. a tu madre»… Punto… ¡Eso es amor!