Pues ella era una esposa muy natural, muy acorde a lo que marcan los principios religiosos que marcan que deben las mujeres ser abnegadas, entregadas al servicio de su marido y sus hijos, además de tener la comida lista, a la hora… El mantener limpia la casa, hacer las compras del
mandado que sirven para hacer la comida, llevar a los niños a la escuela, y a ver cómo le haces para hacer todo, mientras el marido se va temprano a trabajar y regresa por la tarde, cansado, con ganas de comer, y la mesa debe estar bien puesta y la comida lista para entregársela… Eso hacía ella, de
acuerdo a los principios que nos enseñaron en los años d los 70’s, para atrás, y que ahora ya están cambiados… Y fue así la vida de Ernestina, siempre cumpliendo con sus labores hogareñas (esto ya no sucede actualmente)…. En cuanto a su relación sentimental con su marido, fue la de ser siempre
fiel, siembre abnegada, y no tenía más ojos que los de su marido, y acaso le gustara un muchacho al ir por la calle, pero de inmediato deshechaba cualquier pensamiento que la
desviara… Así eran la mayoría de las mujeres hasta antes de 1990… Pero bueno, la situación es que con todo y que ella era buena, cumplidora, decente, hogareña, tenía la casa bien arreglada, se fue dando cuenta de que aún con todo y eso, resulta que su marido había llegado con señas que le notaban como extraño, como
diferente… Ella percibió que en la cama, a la hora de dormirse, ya no la jalaba para acá, a fin de tener amor setsual, únicamente llegaba y se dormía… Y en vista de que ella no fue adoctrinada ni preparada para ser un activa sexual, sino que su mamá y sus tías, todas las mujeres, le dieron a entender que ella no debería andar deseando y menos meterse con un hombre, pues… se quedaba muy quieta, a la espera… Pero también
preguntándose por qué «ya no me agarra», es decir, porque no la somete a tener relaciones normales setsuales… Bueno, pues quién sabe por qué… Ella no pensaba en nada raro o anormal… Sin embargo, entre vecinas y primas, no falta la ocasión de platicar sobre esto… Y ante lo cual luego luego las personas le
empezaron a meter ideas, como las de que «deberías de checar que anda haciendo, porque lo normal es que llegue y te agarre (o sea, le haga el amor, aunque no tenga ganas ella)… Y si no te agarra, es porque a lo mejor ya anda con alguna otra mujer… Quién sabe, pero sí ten cuidado, porque a lo mejor puede tener una
movida por ahí con alguien… Porque lo normal es que el hombre, aún y cuando una de mujer no responda, de todos modos se va sobre la esposa para realizarse en la cama… Checa a tu marido, revísale las bolsas, el olor de su camisa, chécale los calzones a ver que huele, en fin… Le dijeron todas estas recomendaciones, que son las habituales para que una esposa honesta y sencilla empiece a sospechar del marido… Esas
amigas y familiares la introdujeron al mundo de lo que todas ellas hacen, y que en general se llama tener bajo sospecha al marido, y con eso tener la base para que empiece un infierno de ataques, mentiras, acusaciones, filtraciones y todo aquello que deriva en una vida de pleitos y malas costumbres… Aí tienes a la
pobre de Marisela haciendo todo lo que estas pinches parientas y amigas le decían, siempre señalando que ellas fueron o son muy vivas, y que no les pasaba nada, que la pendeja puede ser ella, pero a ellas no les pasó… Cuando en realidad estas pinches viejas son las que vivieron todo eso, y quieren que a todas les pase
lo mismo, iguales circunstancias, iguales complejos, iguales pleitos y violencia familiar… Quieren que si a ellas les pasó, también la prima, la hermana, la amiga, también tengan que pasar por lo mismo… Como si fuese una tradición… Anduvo oliéndo los calzones, las camisas, los pantalones, checarle los tiempos de
salida y de llegada, buscar el celular a ver que encontraba, revisar quiénes son sus amigos, y qué parientas llegan más seguido a la casa… Saber si tiene amigos, y cómo son estos o si son peores, y si alguno de éstos es bebedor, entonces considerar a este como el peor amigo que puede tener… Y al no encontrar ninguna
evidencia, y calmarse, para vivir mejor, en paz, no, la méndiga duda ya se la metieron en la cabeza, y ahora ella tiene en constante sospecha a su marido, porque «no puede ser que sea tan serio y abnegado, porque todos son iguales»… Así que ya le metieron el veneno las viejas, y ahora se establecen las bases para estar
mal viviendo, siempre teniendo al marido bajo sospecha, bajo la mira, y a punto de ser denunciado pero sin haber ni pruebas ni indicios… Luego, el marido, en venganza por este maltrato hecho a bajo de
presunciones, de sospechas, también se vuelve igual hacia ella: «¿Y tú qué, jija de la tostada, se me hace que más bien tú eres la que andas en algo?»… Así se forman las malas vidas de esposos, se perjudica al bonito matrimonio, se entierra todo lo que era buena vida…